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  LA MUFA    
    La Mufa Tango    
    PA 4441-2    
         
   
 

Temas

1 - Fuegos artificiales (Eduardo Arolas – Roberto Firpo)
2 - Orlando Goñi (Alfredo Gobbi)
3 - La mufa (Astor Piazzolla)
4 - La yumba (Osvaldo Pugliese)
5 - Soy muchacho de la guardia (Agustín Irusta – Héctor Marcó)
6 - Chiquilín de Bachín (Astor Piazzolla – Horacio Ferrer)
7 - Talea (Martín Pugin)
8 - Golliwogg's cake walk (Claude Debussy)
9 - Responso (Aníbal Troilo)
10 - Bando (Astor Piazzolla)
11 - Nocturna (Julián Plaza)
12 - Libertango (Astor Piazzolla – Horacio Ferrer)
13 - Vals (Martín Pugin)

   
     

Ficha Técnica

Violín: Vivianne Graf
Chelo: Lucía Gatti
Bandoneón: Martín Pugín
Piano: Alejandro Migues
Contrabajo: Jorge Pi

En 'Soy muchacho de la guardia' participación especial de Los Cigarros; voz: Tití Fontes, guitarras: Nico Ibarburu y Ney Peraza.

Producción artística: Guilherme de Alencar Pinto.
Producción artística de 'Soy muchacho de la guardia': Ney Peraza.

Grabado en Sondor por Gustavo de León.
Grabaciones adicionales realizadas en Aceituna Brava por Fernando Ulivi.
Mezclado por Fernando Ulivi y Guilherme A. Pinto en Aceituna Brava, con la asistencia eventual de Martín Pugín. 'Soy muchacho de la guardia' mezclado por Fernando Ulivi , Martín Pugín y Ney Peraza.
Masterizado por Fernando Ulivi en Aceituna Brava.

Dirección musical y arreglos de Martín Pugín, salvo el arreglo de 'Fuegos artificiales', que es de La Mufa. Algunos de los arreglos son totalmente originales, pero varios son adaptaciones de arreglos clásicos, a saber: el de 'Orlando Goñi' está basado en la versión de la Orquesta Alfredo Gobbi (1949), los de 'La mufa' y 'Bandó' en versiones de su autor (respectivamente, 1965 y 1961); el de 'La yumba' en la versión de la Orquesta Pugliese (1952); el de 'Soy muchacho de la guardia' en la versión de Troilo con Fiorentino (1942); el de 'Responso' en el arreglo de Piazzolla para la Orquesta Aníbal Troilo (1951) y en otra versión, por la misma orquesta, de 1963; el de 'Nocturna' en dos versiones de la Orquesta Aníbal Troilo (1961 y 1963)
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El tango vive una situación curiosa: hay pocas músicas más vivas y presentes en el Río de la Plata, y ninguna otra música del Río de la Plata está más viva y presente en el resto del mundo. Sin embargo esa vida y esa presencia se alimentan en forma casi absoluta de realizaciones pasadas. Ningún tango de los últimos cuarenta años se incorporó al repertorio de los asados o de las trasnochadas bolicheras. Durante mucho tiempo, aparte de las grabaciones históricas, el tango se perpetuó entre dos modalidades muy poco meritorias: el culto museístico vaciado (el de los cantores peinados con gomina, con un homogéneo e inexpresivo vibrato decorativo y tratando de actuar como una desesperación convencional en los segundos previos al aplauso mecánico) y unos intentos de renovación basados casi siempre en la implantes de otros géneros (acordes de jazz o bossa nova, o más recientemente música electrónica), que lo mejor que logran es indicar que el tango habría agotado su capacidad de evolucionar a partir de sus propios recursos. El hecho de que el tango haya sobrevivido ya tantas décadas en esta situación desgraciada es un indicio elocuente de la fuerza y arraigo inusuales de este género, que no sólo subsiste, sino que viene viviendo todo un auge a ambas orillas del Plata.
Nadie está en condiciones de superar las contradicciones de la situación del tango así nomás, una vez que derivan de fenómenos culturales demasiado amplios y complejos. La Mufa, formada en 2003, en todo caso esquiva los dos polos descritos arriba, y planta y riega unas semillas bien interesantes. Su territorio es sobre todo el tango instrumental del inicio del modernismo tanguero, el de Troilo, Pugliese y Piazzolla de los cincuentas hasta mediados de los sesentas. Pasa por el costado del sonido glamoroso del tango mainstream de los cincuentas y sesentas, así como de los barroquismos y otras clasiqueses que estuvieron en boga en los sesenta, y prefieren un sonido más seco, áspero, reequilibrado hacia los graves por la presencia de un instrumento bajo (el chelo) entre el canto agudo del violín y del bandoneón y la base del piano y el contrabajo. El grupo no se priva de incorporar esa agógica más expresionista característica de la interpretación tanguera de los últimos decenios, con amplias modulaciones de tempo y dinámica. Pero nunca pretende que el refinamiento sobrenatural de las piezas de su repertorio salga a relucir a partir de guiñadas supuestamente embellecedoras (del tipo «miren cómo sustituí este acorde» o «qué delicados los arpegios perlados del pianista»). Al contrario, el refinamiento luce mucho mejor a partir del canyengue, del goce de la llevada: es allí donde el refinamiento deja de ser adorno y vuelve a ser función, la estructura de un todo orgánico en que cooperan en forma inseparable la cabeza, el corazón y los pies. Quizá uno de los nombres que más sobrevolaron en las sesiones de grabación, creo recordar, fue el de Jimi Hendrix. El rock tiene un lugar bien importante en la vida y la música de varios de los integrantes del quinteto. Pero en ningún momento hubo un planteo de usar al rock como un modelo. Lo que ocurre aquí es que hay un empeño en vivir el tango desde las vísceras, con más énfasis en la expresión que en lo bonito o lo prolijo. Y por ese camino el tango vuelve a conectar con su propia inherente juventud, sin ceñirse a ese patético lugar del «cuando seas grande lo vas a entender».
Aparte de usar como base esa época fascinante en que el tango fue expresamente innovador -pero no una innovación encarada como tabla de salvación, sino como impulso natural de mentes creativas ante una fuerza viva-, este disco presenta también un par de composiciones de Martín Pugín. 'Talea' recurre a un procedimiento de organización del ritmo vigente en la Alta Edad Media, quizá el momento más vanguardista de la música occidental antes de las décadas en las que está enfocado el grueso del repertorio. 'Vals' es como un giro hipnótico, desde y hacia una supuesta eternidad. Ambas composiciones son octatónicas, lo cual las conecta con los viajes stravinskianos de Piazzolla, sin parecerse ni a Stravinsky ni a Piazzolla.
Por la propia instrumentación del grupo, por la importancia que tiene en él el empaste y el equilibrio medido de las voces en cada momento particular de cada arreglo, recomendé al grupo grabar a la manera de la música erudita: todos juntos en el estudio. Casi no hubo sobregrabaciones (con la excepción de un par de solos y de una parte de violín percutido). Se hicieron varias tomas de cada tema, que luego fueron editadas para obtener el máster para la mezcla. Tratando de no pasarnos de la raya, adoptamos el criterio de que la coherencia y la medida justa de la expresión tenían la prioridad sobre la prolijidad de ejecución. El masterizado también está basado en criterios predominantes en la música erudita, mucho menos comprimida. Por ello quizá el disco suena comparativamente bajo de volumen (en comparación con un disco pop reciente). Si se escucha fuerte, entonces va a sacar a relucir todo el rango de expresión del grupo y de cada uno de sus integrantes.
Guilherme de Alencar Pinto

Sitio Web: www.lamufa.com